lunes, 14 de noviembre de 2011

EL AMOR


QUÉ ES EL AMOR



Todo el mundo habla del amor, amor de pareja, amor de padres, amor de amigos, amor de compañeros, amor de Dios, “hacer el amor”, etc. Y la verdad es que la mayoría de la gente de nuestros días ignora el verdadero significado de la palabra Amor. Y es que lo confunden con el cariño, la estima o la atracción. Todas esas cosas pueden formar parte del Amor, pero no son el Amor. El Amor con mayúscula, para ser tal, tiene que reunir necesariamente estas dos condiciones:



a) El deseo sincero de la felicidad ajena

b) No pedir ni esperar en ningún caso nada a cambio



El Amor pues es un sentimiento puro, edificado sobre la espiritualidad. El cariño, la atracción, etc., por muy positivos que puedan parecer, están edificados sobre lo material. No hay egoísmo en el Amor, lo cual elimina de entrada todas las negatividades que aquél conlleva. Como se hace el bien sin esperar ninguna recompensa, ni siquiera la reciprocidad, no existe el interés negativo, no existen actitudes egoístas.

Yo creo que podemos aprender muchas cosas de los animales, sobre todo de los domésticos, basta con observar sus reacciones y forma de vida. Una de las cosas que algunos de ellos pueden enseñarnos es el cariño desinteresado. Tal es el caso de los perros, fieles amigos que son capaces de permanecer al lado de su amo aún en las peores circunstancias. Ellos aman sin condiciones, como deberían hacerlo todos los humanos. Desgraciadamente a la mayoría de las personas sí les importa si el individuo tiene dinero o no, buena posición o no, si es guapo o feo, etc. Sigue privando en nuestra confusa sociedad el interés material sobre el espiritual. Aprendamos pues de los animales, de esos seres a los que muchos desprecian y maltratan, dando muestras de falta de sensibilidad y de ternura. Esos seres que llamamos irracionales, saben ser nobles y fieles. Lo he visto no sólo en los perros, sino en otros animales con quienes he tenido la dicha de convivir. Tal es el caso de Niko, un gato también corriente, de mis padres. He visto cómo necesitaba ser acariciado, sentirse querido por los que están cerca de el. Cuánta gente necesita también sentirse querida y ser acariciada. Cuántas personas se sienten abandonadas...


6.1 COMPASIÓN



A medida que una persona va potenciando su amor por el resto de las personas, va descubriendo que la fuente del amor y la forma que ese amor se desarrolla y la forma en que llegamos realmente a amar a nuestros enemigos, se reduce a una sola palabra: COMPASIÓN.

Si descubrimos el significado real de la compasión, si entendemos su significado profundo, lo aplicamos y aprendemos la forma de potenciarlo, nos será muy fácil amar. Todo aquello que parecía difícil de hacer: “¿cómo podré perdonar, cómo podré no sentir rabia, aversión hacia esa persona...?”, si se entiende la compasión, es bastante fácil, mucho más fácil de lo que pensamos.

Todos necesitamos desde que nacemos el cariño de otras personas y su cercanía. El bebé lo siente con su madre y ella se siente muy unida a él. Por eso, es tan importante entender que cuando esto falla enfermamos, nos sentimos mal. El ser humano está hecho para amar y ser amado, para compartir con otros sus vivencias y sentimientos, y la falta de ello significa sufrimiento. El ser humano (y ahora es está descubriendo en el campo profesional que así es) nace con todas las condiciones para amar y ser amado; nace con un potencial de amor tremendo. El ser humano es bueno en principio: tiene una gran capacidad de amar y por lo tanto, tiene una gran capacidad de perdón, de entendimiento, de misericordia y tolerancia.

Muchos seres humanos creen que viven aislados, en el sentido de que gozan de independencia; creen que así es y que en algún momento pueden decir: “somos independientes”. Pero eso es otra ilusión, porque todas las cosas que tenemos, incluso las más simples, sólo han sido posible a través del esfuerzo de mucha gente. Cada cosa que vemos, cada cosa que tenemos, lleva detrás una historia del esfuerzo de otras personas. Somos dependientes de muchas cosas y necesitamos de la cadena formada por mucha gente. Cuando pensamos así, nos damos cuenta hasta qué punto no somos individuales, sino que somos todos uno y necesitamos, por lo tanto, a los demás. Es entonces cuando empezamos a ver y a descubrir, que cualquier persona es igual que nosotros y por lo tanto, también sufre; También necesita el amor, la comprensión, igual que nosotros.

Para llegar a la compasión y por lo tanto al perdón para cualquier enemigo, no hay mejor vía y más rápida que imaginarse situaciones del dolor del prójimo; incluso de un animal, de un árbol...

Cuando sientas animadversión u odio hacia alguien, sólo tienes que pensar en que esa persona es igual que tú, y visualizarla en estado de dolor y sufrimiento. Si la imaginas sufriendo como a ti no te gustaría sufrir, la verás como un ser vulnerable, frágil, que sufre, que necesita apoyo y ayuda. Entonces descubrirás que muchas veces aquella persona que consideras mala, en realidad lo que necesita es Amor, porque no lo ha conocido de verdad y porque no ha podido descubrir que lo lleva dentro.

Sólo tienes pues que imaginar... Hay muchas situaciones por las cuales no te gustaría pasar, en las que no querrías verte involucrado. Si aprendes a identificarte con los demás, tampoco desearás, que a ellos se les dé esa situación. Es entonces cuando empezará a nacer la compasión dentro de ti y ya no podrás ver a los demás como a unos enemigos. Al saber que el que te hace algo negativo, lo hace por ignorancia (porque a nadie le gusta hacer daño si sabe lo que hace) te repetirás interiormente que: nadie te hace daño sabiéndolo realmente, aunque su mente sí le diga que lo haga. Pero en su profundidad interior no sabe lo que está haciendo. Luego entonces, todas las personas tienen que ser comprensivas, como lo son con ellas mismas. Nuestro “enemigo” es ignorante y no ve el sufrimiento, pero nosotros sí. Además sabemos que el sufrimiento lo padeceremos de una forma u otra, hasta que alcancemos la luz; que antes de dominar el vital y el mental, hemos de sufrir, unos más y otros menos.

En cada situación difícil con otras personas, tenemos que tener siempre presente las enseñanzas y fortalecer nuestra actitud positiva. Hay que tener en cuenta que nada de lo que hagamos para nuestro perfeccionamiento servirá si no tenemos compasión, si no conocemos la misericordia, y si no somos capaces de perdonar en profundidad, no superficialmente.

Para perdonar en profundidad hay que entender que el rencor es un sentimiento que hace mucho daño a nuestros cuerpos. La única forma de eliminarlo es desarrollar la compasión y para que podamos desarrollarla, repito, sólo tenemos que imaginarnos en situaciones de sufrimiento, las mismas que padecen los demás. Cuando visualicemos eso con fuerza, en distintas situaciones, sentiremos un revulsivo dentro. Nos diremos: “¿Cómo puedo yo desear que alguien padezca lo que estoy visualizando ahora tan terrible? Por lo tanto, entiendo la enseñanza de no desear a otro lo que no quiero que me suceda a mí. Porque visualizo la situación, siento dentro de mí sus sentimientos”.

Mucha gente se lamenta de tener enemigos, de que existan personas que quieran su mal. Ciertamente que no es agradable saber que alguien te odia y está lleno de rencor hacia ti. Pero la persona positiva considera a sus enemigos como unos aliados que sin saberlo le brindan la oportunidad de crecer. Su actitud negativa le brinda la oportunidad de poner en práctica el perdón, la tolerancia y la compasión. Por eso muchos místicos como Teresa de Jesús, enseñaban que los enemigos son en realidad una bendición.

El sabio ama a sus enemigos como ama al resto de la gente, porque el Amor no admite distinciones. Pero además, les agradece sus ataques porque le sirven para evolucionar. He aquí pues cómo una actitud reprobable puede convertirse en algo positivo.

Acostúmbrate a pedir en tus oraciones por aquellos que se consideran tus enemigos, para que llegue la luz a su alma y se purifique su mente.

Una persona puede coger un libro y leer en él diversas técnicas y enterarse de algunos procedimientos para dejar de odiar; puede coger otro que le enseñe métodos, formas para aumentar la positividad, pero lo cierto es que esto no le servirá para nada si no conecta con su Ser. Ningún manual de actitud positiva te servirá si no desarrollas tu espiritualidad. Si lees 50 tomos que hablan de cómo hay que amar, al terminar dices: ¡qué maravilla, qué bonito!, pero cuando cierras los libros y los colocas en la estantería, todo se ha terminado. Quizás algún día recuerdes lo que has leído, quizás alguna vez intentes aplicar aquellas técnicas, pero eso es lo que han intentado ciento y ciento de veces otras personas. No es esa pues la solución. No hay métodos mágicos, nadie nos puede enseñar a Amar y perdonar si nosotros no lo sentimos dentro. Por eso, el remedio tiene que nacer en nosotros mismos desde dentro, no hay otra forma; el remedio tiene que venir de uno mismo. Lo que hay que hacer es llevar hasta nuestro interior el conocimiento de las situaciones difíciles que no deseamos para nosotros. Es pues muy necesario que visualicemos a las personas, a los animales y a las plantas, en situaciones de sufrimiento. Insisto: acostúmbrate a hacer esto como un ejercicio y repetirlo muchas veces en diversas situaciones, incluso extremas, para así conseguir que la sola idea del sufrimiento, te incite automáticamente a la compasión. Cuando visualices esto, impulsarás al mismo tiempo tu amor hacia esas personas imaginarias. Ayuda a tu alma a que sienta todo ello, diciéndote: “No quiero que sufra eso, es horrible lo que está pasando, no tiene por qué padecerlo”. Y has más hincapié cuando se trata de alguien a quien te cueste mucho perdonar. Piensa en esa persona como alguien que sufre y sufrirá; alguien que es igual que tú, alguien que forma parte del todo, igual que tú, sin ninguna diferencia; que lleva una parte tuya dentro, de la misma forma que tú llevas una parte suya. No es un ser aislado, como no lo eres tú, ni es un ser que no depende de nadie, como tú tampoco; que tiene los mismos problemas tuyos, las mismas limitaciones, y por lo tanto, la misma posibilidad de mejorar, de redimir y de redimirse, y de llegar a lo más alto, incluso más alto que tú (por mucho daño que te haya hecho).

Independientemente de la enseñanza tan fundamental de no juzgar, no condenar, el secreto, repito, y con esto termino, es la COMPASIÓN. Porque desarrollando la compasión aumentamos el amor al grado que hay que aumentarlo para evolucionar, para acercarnos cada vez más a la realización del Ser.

Cuando hagas esos ejercicios de compasión, notarás cómo sientes una honda satisfacción dentro. Es como si te pusieran una inyección de entusiasmo, de alegría y de serenidad.

Después de cada ejercicio de compasión sentirás una paz que no has sentido antes. Cuando lleves a la práctica los ejercicios, cuando ya no sea una mera visualización, sino una realidad, y perdones a una persona concreta, obtendrás una alegría inmensa. Hay pocas alegrías, poca felicidad comparable con aquella que sientes cuando has perdonado de corazón, profundamente, a alguien. Así pues, empieza a comprender la Compasión y todo será más fácil. Te sorprenderás de lo rápido que puedes llegar a la imposibilidad, total, absoluta, ni siquiera imaginaria, de sentir odio hacia nadie.

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