GATO

Omar Medina González 07 de marzo a las 16:01 Denunciar
Querida Marlenne, te envió este texto. Espero te guste.

Observa el crepúsculo con ojos tenues y verticales. Gato se olvida de sí mismo y contempla con el pasmo que le da su inocencia los destellos postreros del sol. Un suspiro casi ronroneante se le enreda en la garganta cuando presiente entre arreboles el final umbroso de cada día. Gato se echa panza arriba y deja, enredada en los celajes purpúreos, su mirada de hechizado infante. Quieto, inmóvil en la planicie rígida de la azotea, Gato siente en los flujos de su pecho suave una oquedad palpitante y silenciosa. Su corazón como una mariposa de añoranzas, revolotea y se agita en la entraña sensitiva del felino. A veces quisiera recorrer la infinita extensión de los tejados para no recordar esos punzantes rasgueos que arañan su alma enamorada. Gato se pierde entre los imperios lejanos de su triste visión, acalla el pulso de sus venas y piensa en la noche que renace, esa noche que alimenta sus nuevos espejismos, la noche que es la guarda de su Dulce Luna, la eterna acompañante que le ofrece sus secretos. Gato quisiera continuar con su pasmada travesía por los reinos del recuerdo, pero tiene en la oscuridad las sendas que debe recorrer para conquistar otra agonía; Gato estira su maltrecho cuerpo, algo más líquido que sus propios ojos dificultan su mirada aérea. Gato ama las lágrimas y el aire, pues los dos son horizontes que lo impulsan. Gato observa la ciudad y se estremece, si se quedara inmóvil para siempre jamás degustaría al aroma agridulce de esa flor que lo espina cada tarde: la flor de pétalos baldíos que crece en su propio corazón que evoca y llora: la nostalgia...la melancolía.